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March 1, 2024
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Onofre Pino y la goleada que no fue

Artículo aparecido en el sitio :  penco-chile.blogspot.com | Por Max Wenger, desde Pucón

 

Eran los buenos tiempos del Campeonato Regional de Fútbol de Concepción, de carácter semi-profesional, a comienzos de la década de los 60.

El certamen convocaba a importantes clubes desde Linares hasta Temuco, pasando por Chillán, Tomé, Penco, Chiguayante, Talcahuano, Lota Coronel, Los Ángeles y, naturalmente la capital penquista.

Uno de los más afamados animadores de ese campeonato era el Club Arturo Fernández Vial, popularmente nombrado como el Vial o "el Vialito", de gran arraigo popular por su estilo de mucha garra, vehemencia y luchador.

Su hinchada no le iba en zaga y seguía a la enseña aurinegra a todos los escenarios del torneo, con gran entusiasmo y fervor en medio de una euforia permanente. La portería del Vial era custodiada por muchas temporadas por un joven muchacho, delgado, ágil y de grandes condiciones. Su nombre, Onofre Pino, quien sumaba a esas características una modestia y sencillez infrecuente entre los futbolistas de estos tiempos.

Onofre Pino

Los aficionados le tenían suma confianza a su guardameta y lo demostraban con sonoras ovaciones y aplausos ante cada atajada de Pino, quien pudo fácilmente escalar hasta un club capitalino de haberlo querido, pues se cree que su propia timidez lo frenó. Una sombría tarde dominguera de invierno, ocurrió sin embargo una situación que no es ajena a las veleidades del fútbol. El Vial fue goleado sin piedad en la cancha de "El Morro" de Talcahuano, probablemente por el poderoso Naval, de directo vínculo con la Armada. Una humillante goleada de 5 goles a 1, dejó mudos primero a los hinchas y luego los motivó a reforzar su apoyo al club de sus amores.

En uno de los diarios de Concepción que, al igual que las radio-emisoras, destinaba amplios espacios al certamen, ocurrió un hecho que con el correr de los días se transformó en otra anécdota que jalonó los entretelones del popular deporte en la vasta zona centro-sur del país.

Por uno de esos errores "ajenos a la voluntad" de nadie y de todos, apareció en la edición del día siguiente el consabido comentario analítico de la derrota vialina, el recuento minuto a minuto de las principales incidencias del juego y una reseña pormenorizada, individual, de la actuación de cada uno de los 22 o más jugadores que habían sido los actores del partido.

En la citada reseña, el famoso periodista Luis García Díaz, a quien todo el mundo llamaba "El Maestro", por su atildada

redacción, su aguda pluma y su chispeante humor, escribió así:"ONOFRE PINO: Un desastre. Una pobrísima actuación, que nadie se explicó ayer. Pareció un fantasma bajo el arco. Irreconocible labor del guardameta, a quien le pasaron goles hasta por debajo del abdomen."

Y así seguía la reseña con otros nombres de jugadores, uno por uno.

El asunto no habría revestido más importancia, en tiempos en que los futbolistas sentían verdadero respeto por el periodismo y no se daban casos de divismo y soberbia agudos como sucede en la actualidad.

Sin embargo, al día siguiente por la tarde, luego que el diario había circulado profusamente por toda la zona, apareció en la redacción el mismísimo Onofre Pino, vestido formalmente de cuello y corbata, con su habitual sencillez y modestia. Quería hablar con "El Maestro" y así le fue transmitido a éste por un auxiliar.

--¡Hola Pinito, como te va! ¡Qué se te ofrece!--, díjole El Maestro García.

--Pucha, Maestro...me tiró a partir en el diario con su comentario, poh...

--Qué le vamos a hacer, respondió el periodista. Tú sabes que cuando uno de ustedes juega mal, no está en su tarde, tenemos que decirlo no más...Para eso están los diarios, pues.

--Sí, está bien, casi susurró Onofre Pino...pero lo que pasa es que la goleada no me la hicieron a mí... Yo no jugué porque estaba resfriado con grippe, explicó compungido el guardavallas vialino...

--Pero ¿cómo? ¿Quién jugó entonces, pos hombre?--, preguntó sorprendido el experimentado periodista.

    --Jugó Peña que es el suplente y como yo casi nunca fallo no lo conocen mucho, apuntó Pino.

     El Maestro muy cazurro y canchero, se dio cuenta que se había cometido un error entre Pino y Peña, apellidos de cierto parecido gráfico, y expresó entonces con toda convicción:

--Mira, Pinito, este asunto lo vamos a solucionar muy fácilmente... Cuando tú juegues mal en algún otro partido y te pasen muchos goles, entonces sencillamente vamos decir que jugó Peña...¿Qué te parece? Así van a quedar mano a mano...¿De acuerdo?

--Bueno Maestro, usted verá, pero yo lo único que le pido es que no me vaya a meter en líos...musitó el gran portero vialino.

Y se despidió caballerosamente, retirándose de la redacción tan silenciosamente como había llegado.

Ésta seguramente no debe ser la única anécdota que vivió Onofre Pino en su dilatada y brillante trayectoria deportiva. Sí deja en claro que el respeto por los medios, el periodismo y los periodistas alcanzaba de sobra entre muchos futbolistas para disculpar errores involuntarios aunque perjudicaran algo divertidamente su propia imagen deportiva.